sábado, 23 de agosto de 2008

Celosa del mar


Qué bueno que no tienes cerca al mar
que desconozcas las redes de pescar
que, en su azul no te puedas reflejar
nada mueve tus cabellos de lugar.

Después de las paredes, un infinito,
en el frío, de viveza desprovisto,
la interperie no lo tiene por listo.

La discrepancia entre la arena y el mar
descansa con bellas lenguas mi aliento
allá nula vida para arrebatar
un pedazo, un hueso, un palo enhiesto.

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