jueves, 11 de julio de 2013

...por eso Huidobro le escribía a la mujer...

Yo busqué el mundo en sus brazos,
pero no encontré nada.
Salí a tomar un avión,
un tren, un barco, una bicibleta,
unos patines, y hasta aventones,
para dar la vuelta, para viajar,
para solo regresar de nuevo a sus brazos.

El cielo no podría ser alto en tu presencia
encerrados en el motel,
jugando a amarnos,
besándonos, yo fingiendo,
tus cuentos no son interesantes
pero vuelo alto para ignorarte.

La tierra se prolonga cuando tomo,
corro y corro, pero no llego a ninguna parte,
llegas, me jalas, me tomas, me inhibo
dejo huir.
Nos quedamos dando vuletas en el mismo
diminuto espacio de la habitación.

Al irte solo dejas tu olor en mi cuerpo,
no sé qué hacer con el perro,
te percibe y te odia,
me olfatea, me siento examinada,
como pecadora,
sin posibilidad de perdón.

Lo que sí me gustaría es que hicieras dudar al tiempo, no que dudarás de él, que callaras cuando dices que solo existe el cambio.  Por eso Huidobro le escribía a la mujer, ella no busca impresionar sino gustar, busca atraer, busca amar. Los hombres tan rejegos, que una dice miau y ellos se convierten en leones. A ver si un día se invierten los papeles y yo escriba mejores líneas para que puedas callar tantas tonterías y dedicarte a amarme en silencio.


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